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Traducciones para el alma: Innuendo

  • Max Frei. Traducción: Yana T.
  • 15 ene 2018
  • 7 Min. de lectura

La idea de hacer traducciones para el alma, sin tener que rendir cuentas ante nadie, en otras palabras, por amor al arte de traducir y escribir, se me ocurrió, como suele pasar, hace ya bastante tiempo. Las reglas que me he autoimpuesto son de lo más sencillas: solo traducir aquello que me importe, atraiga o apetezca compartir; hacerlo lo mejor que pueda; disfrutar de hacerlo. Diría que Max Frei (Макс Фрай) es un autor especial para mí. Siempre me ha dado razones e inspiración para reflexionar, sentir y actuar. Este fragmento pertenece al capítulo "Innuendo" de su libro "Vientos, ángeles y personas" ("Ветры, ангелы и люди"). Si os soy sincera, me hace ilusión poder compartir los textos que tan bien han encajado en mi vida. Como afirma la protagonista de este mismo capítulo, "cuando quieres llegar a saber algo de una persona, sus libros favoritos pueden contar mucho más que su edad, su ropa o incluso su biografía". Por lo cual, y dado que he decidido traducir solo aquellos textos que me gusten de verdad, creo que las "Traducciones para el alma" vienen a ser algo ligeramente parecido a una especie de diario personal, así que... Bueno, mejor miradlo vosotros mismos.

– Oye, ¿y qué tal está ahora tu hermano? – pregunta Masha.

– ¿Vitka? ¡Genial! – sonríe Kat. – Se ha encerrado en la casa de campo del abuelo cerca de Odessa y está trabajando sin parar. Y esto, como todos sabemos, es lo mejor que le puede pasar a un artista. – Gracias a Dios, – suspira Masha. – Es una persona estupenda. Estupenda y… complicada. Es decir, parece que para él todo será siempre complicado, elija la vida que elija. Porque en realidad tenía que haber nacido en otro planeta, solo que se equivocó en el último momento y abrió una puerta que no era.

– Pues es que es algo normal, – dice Kat. – Quiero decir, para un artista. Los que son auténticos son todos así. Y Vitka es incluso demasiado auténtico. Por supuesto que todo le resulta complicado. Pero yo intercambiaría papeles con él sin pensarlo dos veces, ahora mismo. O sea, sobre todo ahora mismo. Porque ha vuelto a estar ocupado. Y eso significa que está tan feliz, que nosotros no podríamos ni soñarlo. No lo imaginaríamos ni queriendo. – Fíjate cómo pueden acabar saliendo las cosas, – dice Venya pensativo. – Hace solo una semana apareció en mi Skype. Decía que todo era una gilipollez, que ya se había hartado de jugar a ser artista y que quería solamente vivir, pero no sabía por dónde empezar. Y que sospechaba que no le saldría nada bien. Y colgó antes de que se me hubiera ocurrido alguna respuesta. ¡Qué rápido cambia todo! Pero en su caso es para bien, claro. – Bueno, poco importa lo que fue hace una semana, – Kat se encoge de hombros. – Para Vitka es como si hubiese pasado hace dos siglos. Su velocidad interior es brutal, incluso hablando del día de ayer dice “hace muchísimo”. Ni se acordará de que se estaba quejando de algo. De todas maneras, ahora no se acuerda de nada ni de nadie. Yo solo me entero de lo que hace a través de mi madre. Ella le pilló en la casa de campo rodeado de lienzos, y casi ninguno de ellos vacío. Y había luz negra en todas partes: caía sobre las paredes blancas, la hierba blanca, los rostros blancos... Bueno, yo aún no lo he visto, estoy repitiendo sus palabras. Mamá dice que miró para un lado, para otro, y casi se asustó, porque aquello era demasiado bueno como par ser verdad. Y se fue de puntillas a coger el tren para no molestar a Vitka. Tampoco se sabe seguro si la vio. Esto es habitual cuando trabaja. No pasa nada, dentro de unos días parará para comer, incluso puede que llame. O eso espero. Es que le echo de menos una barbaridad.

***

– Pero cariño, – dice Kat, mientras Bo saca el coche a la calle con cuidado, - ¿Qué tenía que haberles dicho? ¿Que Vitka se pasa los días tumbado, mirando a la pared en la casa de campo del abuelo, y si aún no se ha ahorcado es porque le da pereza levantarse? Ten en cuenta que es tan solo nuestra versión, basada en el llamado “conocimiento de la vida”. Es decir, en la experiencia. ¿Pero quién ha dicho que las experiencias pasadas sirven de algo, si lo que uno intenta hacer es arreglar el presente? Lo pasado, pasado está, ha llegado un nuevo día. ¿Por qué creemos que la vida es una serie de repeticiones interminables? De acuerdo, muchas veces es eso lo que pasa, pero “muchas veces” no quiere decir “siempre”. En realidad tú y yo no sabemos qué tal está Vitka ahora mismo, ni qué está haciendo. Mi madre tampoco lo sabe. Ni nadie, excepto él mismo. Entonces, en este caso, ¿por qué no les contamos a nuestros amigos una versión más parecida a la verdad, en vez de la triste saga sobre una crisis creativa? – ¿Querrás decir, menos parecida a la verdad? – ¡No! Quiero decir más parecida. Cuando no sé nada, la versión más parecida a la verdad es aquella que más me conviene a mí. Si mañana llego a saber la verdad, no me taparé lo oídos, ni haré como si no hubiera escuchado nada. La aceptaré, incluso si no me gusta en absoluto. Pero mientras no la sepa, estoy libre. Y puedo elegir aquella verdad con la que me guste vivir. Y, ya que estamos, la que también le habría gustado a Vitka, independientemente de dónde esté o qué esté haciendo. No sé cómo vive ahora mi hermano, pero puedo imaginarme cómo le gustaría vivir. Todo lo que puedo hacer es fingir que ya es así. Ya lo es ahora, no algún día en un futuro. Por favor, no discutas conmigo. Para mí esto no es fácil. Aguanto como puedo. Cuando sienta que no puedo más, intentaré llamarle. Pero no será hoy. Que siga viviendo un poco más esta vida perfecta que sólo puede ser en mi cabeza, sí, tienes toda la razón, ya lo sé, pero no lo digas en voz alta, por favor. Fingiré no saber nada, el tiempo que pueda.

***

– ¡Katka! Has sido una maestra de la llamada inoportuna desde pequeña, y lo sigues siendo ahora. Cuando me emborraché por primera vez, me llamaste para preguntar cuántos años tardaríamos en llegar a Júpiter si fuéramos en trolebús. – Sí, y tú me preguntaste si íbamos a hacer paradas o no, – dice Kat. – Y sigo pensando. Aún no lo he decidido. La voz de su hermano le gusta mucho más que hace una semana, un mes e incluso un año. Pero aún le da miedo hacerle la pregunta más banal del mundo: “¿Qué tal?”. Porque Vitka siempre le cuenta la verdad y nada más que la verdad. Y ahora también lo hará, qué duda cabe. – Cuando casi conseguí seducir a la chica de mis sueños, – sigue su hermano, – me llamaste para preguntar si quería que me dejaras un trozo de tarta para el día siguiente. Anka entonces decidió que eras mi novia y dejó de querer ser seducida; por cierto, eso me sigue doliendo, ¡que lo sepas! Cuando de repente me encontré a una banda de macarras de corta edad andando por la calle, me llamaste, y no sé para qué era, porque aquellos jovenzuelos entendieron en seguida que tenía por lo menos una cosa de valor: el móvil. Aún no sé como pude escapar.

Cuando estaba en Tailandia, con el estómago totalmente descompuesto por culpa de la comida local, me llamabas cada cinco minutos, separándome del único verdadero amigo que tenía en aquel momento, limpio, fresco y misericordioso como una lágrima de Avalokiteshvara. Cuando había tomado la firme decisión de morir, me llamaste porque se te había ocurrido que le compráramos un nuevo Mac a mamá. Y no solo tuve que levantarme del acogedor ataúd, sino también buscar curro, porque, claro está, no podía echar todos los gastos sobre tus espaldas. Y ahora, cuando estaba a punto de comprender cómo tiene que caer este jodido rayo, tú saltas del teléfono como si fuera una caja sorpresa. Y me cortas todo el rollo, ¡con lo bueno que era! Anda que no eres boba. Ven, que te tengo preparados unos cuantos coscorrones. – Te la estás jugando, eh, – se ríe Kat. – ¡A que voy! Lo dejo todo por dos largos días y voy a verte… Por cierto, ¿dónde estás ahora? – En la frontera entre la luz y la sombra, – responde su hermano muy serio. – Sería fantástico si vinieras. Quiero enseñarte algo. Me parece que por fin he empezado a pintar como es debido. Bueno, casi como es debido. Pero es un buen “casi”, un “casi” de calidad. Cuando lo único que falta es algo de habilidad, pero el corazón ya está en su sitio, donde tiene que estar. Allí, esperando a que el resto del organismo se le una. Me gustan mucho esas cosas. Vente, Katka, en serio. Tienes días libres, ¿verdad? Y los aviones siguen volando. Sácame una foto de las nubes desde arriba, ¿vale? Quiero recordar una cosa sobre la luz que solo se puede ver en el cielo, pero no puedo irme ahora mismo a ningún lado. Llevo tres días sin tener tiempo ni para prepararme un café. – Pues entonces prepáralo ahora mismo, – dice Kat seria. – Un artista no puede vivir sin café. Joder, ¿qué clase de artista eres tú, si ni siquiera tomas café? ¡Esto no puede ser! – Tienes razón, – reconoce Vitka. – Lo prepararé. Y luego lo volveré a preparar cuando vengas. Compra el billete y llámame. Seguro que me despiertas o por lo menos me sacas de la ducha. Tal como a nosotros nos gusta. Te espero.

***

– Oye, ¿también mientes a todo el mundo cuando hablas de mí? – pregunta Bo, metiendo la mochila de viaje de Kat en el maletero. – Qué va. Transmito información basada en hechos objetivos y contrastados. En primer lugar, eres un genio de las matemáticas, y si aún no eres lo suficientemente reconocido como tal, pues es totalmente normal, puesto que la humanidad, aunque se esfuerza, sigue siendo tontita, como un típico alumno regular. A ver si dentro de unos dos o tres años se da cuenta de las cosas. En segundo lugar, eres tan grande que haces la sopa tom yum mejor que los propios tailandeses. En tercer lugar, te quiero mucho. Y por ello, en cuarto lugar, todo lo demás no importa en absoluto… Y haz el favor de recordar que yo siempre digo la verdad, sobre ti y sobre todo lo demás en el mundo. ¡Vámonos!

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